A lo largo de los años setenta y hasta el auge petrolero se ajusta bastante bien a la caracterización general del populismo económico. Después de una recesión que amenazaba con reducir significativamente la actividad económica de 1971, la economía mexicana experimento un acelerado crecimiento económico, interrumpido por una crisis de balanza de pagos en 1976.
Entre 1971 y 1976 la economía mexicana creció a una tasa media anual de 6.7% en términos reales y 3.7% por habitante. El motor de este crecimiento fue el gasto publico deficitario y el auge del petróleo apalancados por el endeudamiento externo.
Para 1971, el gasto del sector publico decreció 3.7% en términos reales, mientras que los ingresos aumentaron 1.3%, por lo que el déficit se redujo a 2.5% del producto. La reducción del gasto provino de los gastos de capital pues la inv. Publica se contrajo dramáticamente. La reacción de sector privado fue optimismo, creciendo la inversión privada 8.9% en términos reales.
Para mediados de 1971 se había entrado en una recesión mas profunda de la que se había planeado.
En los 1970´s se formaron instituciones financieras del gobierno para apoyar a los trabajadores, como INFONAVIT y FONACOT. Con el descubrimiento de nuevos yacimientos petroleros cuando los precios del petróleo se encontraban en máximos históricos y las tasas de interés en mínimos -incluso negativas- el gobierno aceptó préstamos de los mercados internacionales para invertir en la compañía estatal petrolera, la cual parecía proveer un ingreso de largo plazo para financiar el bienestar social en un plan que nombró plan de desarrollo compartido. De hecho, este método produjo un aumento considerable del gasto social, y el presidente López Portillo anunció que había llegado el tiempo para "administrar la prosperidad". El plan, sin embargo, fue muy ineficiente y su administración estuvo acompañada de un manejo inadecuado de los recursos y de inflación.
martes, 27 de abril de 2010
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